“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

miércoles, 29 de abril de 2020

Felices 23

Bueno cariño, hoy es tu cumpleaños. Irónico que cuando no éramos más que amigos los hayamos podido pasar juntos y hoy, que es el primero como pareja, tengamos que estar separados.
Te preguntarás que qué coño es esto. Pues bueno, bienvenido a mi blog de adolescente, aquí fue donde empecé a escribir. El blog lleva cerrado seis años, y como quería darte una sorpresa, no he encontrado mejor motivo que hacerte feliz a ti en tu día para volver a abrirlo.
Llegaste en un momento de mi vida en que todo era un caos y poco a poco, con tu paciencia y sobre todo tu amor, lo fuiste poniendo en orden. Tus brazos empezaron a ser mi refugio, donde me sentía segura y a salvo de todos los peligros.
No cambiaría ni una sola cosa de como ha empezado nuestra relación, porque creo que así es perfecta.
Gracias por acompañarme estos casi 8 meses, cada día, a mi lado, cuando ni yo misma podía conmigo. Has estado para ayudarme desde antes de quererme. Has puesto una sonrisa diaria en mi boca y eso no tengo manera de agradecértelo.
No sé cuánto va a durar lo nuestro, ya sabes que por mí, toda la vida, al menos yo voy a poner cada día mi pequeño granito de arena para conseguirlo. Espero poder disfrutar cada día de risa, de tus bromas, de nuestros secretos, de las cosas que solo tu y yo entendemos, de comer hasta reventar y luego dormir la siesta juntos, de pasearnos una y mil veces Salamanca y decir que es la plaza más bonita que existe, de conocer los pueblos más pequeños del mundo e intentar colarnos en sus castillos. Quiero pasar la vida recordándote lo mucho que te quiero y voy a hacerlo de todas las formas que se me ocurran por muy tontas o ridículas que sean, como este "regalo".
Me muero de ganas de volver a besarte, de que me abraces muy fuerte y que no me sueltes nunca.
Como ya te dije, eres mi trébol de cuatro hojas, mi amuleto de la suerte.
Gracias por quedarte a mi lado, gracias por confiar en mi, gracias por contarme tus secretos, gracias por quererme como lo haces, con tanto amor, con tanta delicadeza con tanto cuidado.

Espero que seas muy feliz, cariño, y espero poder ayudarte siempre a serlo.
Te quiero con locura
Esta no es nuestra foto más bonita, pero es del día que me dijiste te quiero por primera vez y eso la hace muy especial.
Y ahora la última parte de tu sorpresa, pincha aquí para terminar:




viernes, 23 de octubre de 2015

miércoles, 24 de junio de 2015

Hilos de colores para sueños en blanco y negro


                                                                                        Gracias de nuevo, mamá. 
                                                                                        Por haber vuelto a hacer magia. 
Gracias por haber confiado en mí cuando ni yo misma lo hacía. Gracias por haber estado siempre dispuesta a ayudarme, a pesar de mis malas contestaciones, de mis días de mal humor, de cuando tenía examen de filosofía. Gracias por haber secado todas y cada una de las lágrimas previas a cada examen de física y biología, cuando sentía que el mundo se me venía encima y no tenía fuerza suficiente para sujetarlo. Gracias por cada taco de papel para sucio. Gracias por cada beso a la luz del flexo. Gracias por haberme recordado cada día que si alguien podía con ello, era yo.
A veces sólo hay que volver a lo de siempre.
Y tú volviste a trenzar hilos de colores y yo volví a creer en la magia.
Y es que a veces, sin importar el dónde ni el cuándo, miraba la pulsera atada a mi muñeca y eso valía para sentirme mágicamente transportada años atrás, donde no sabía lo que era desconfiar de mí misma.
Y es que esa pulsera, que más que tradición ya era amuleto, no era más que otra manera de atarme un   poco más a mis sueños y sentirlos cada  día a mi alcance.


miércoles, 5 de noviembre de 2014

Amores que, aunque maten, nunca mueren

Creo que nunca he escrito sobre esto,  ni sobre ti, o más bien lo que he escrito era tan escandoloso y privado, o tan escandalosamente privado, que habría sido una locura dejar que alguien lo leyera.
 Un día caí en la cuenta de que la posibilidad de perderte, aunque ínfimamente posible, existía.
Que existiría un día que dejarías de estar en mi vida, y eso me dejaría tan rota por dentro como por fuera, que un día nuestros juegos se acabarían, que en algún momento de la vida tendrías que verme en brazos de otro, aunque interiormente los dos sepamos que siempre seré tu niña. Que nadie sabrá nunca qué hacer exactamente para hacerme rabiar como lo haces tú. Que un día me encontraría sola en este mundo y tú no estarías allí para orientarme. Que un día dejarías de llevarme en brazos cuando los tacones me doliesen. Que en algún momento lloraría por ti y no contigo. Que nuestro momentos juntos eran la imagen del amor. Me di cuenta de lo que eran las promesas el día que me abrazaste cuando estaba llorando y me dijiste "no te preocupes, todo va a estar bien". Y puede que de ahí en adelante no todo fuese bien, pero tú hacías que todo fuese mejor de lo que era.Y que a pesar de que digan que los para siempre no existen, yo sé que el nuestro es real. Que nunca encontraré otro pecho como el tuyo, para poder cerrar los ojos al mundo. Que nunca querré a nadie como te quiero a ti.
Y es que estoy enamorada de ti, papá. Busco el significado del amor en tus ojos verdes y lo encuentro en tus abrazos. Y es que nunca hubo un amor comparable al que hay entre una hija y su padre.
Perdón por mis malas contestaciones y mis días grises, gracias por enseñarme a pintar coloreándolos tú mismo.
Perdón por no decirte más a menudo que te quiero. No es que no lo haga, ya lo sabes, soy así.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El alma mojada y las hojas secas

Seré la única loca a la que Septiembre no la amarga. Y que le encuentro su gusto a la lluvia y al color del cielo cuando está gris, que me gusta viajar con tormenta y sentir la amenaza de la naturaleza sobre mí. Que no lo encuentro tan desagradable eso de la nostalgia. Bueno, supongo que entonces no es nostalgia, por eso de Víctor Hugo "la melancolía es el placer de estar triste". Sí, Septiembre me vuelve melancólica. ¿Por qué iba a odiarle? No es un final, es un principio. Hay veces que hasta coinciden. En verdad creo que lo que me gusta es poder tener una excusa para llegar tarde y despeinada a todos los sitios. Me gusta cuando los días tienen el color de mis ojeras y comparten mi estado de ánimo. Me gusta cuando el cielo me llora encima y yo no puedo hacer nada para consolarle. Me gusta ver cómo los árboles cambian de color. Me gusta el sonido de las hojas marrones cuando las piso. Me gusta recordar mi infancia pasada por agua en un pueblo donde cada vez que llovía se inundaba la calle principal. Me gustan las calles grises coloreadas con los paraguas de la gente. Me gustan las sonrisas despeinadas en días de viento. El humor cambiante de las personas. Los abrazos para dar calor. La fuerte brisa golpeándome la cara. El frío en la cama. Mi excusa para mi mal humor de las mañanas.
¿Qué me hiciste, Septiembre?

sábado, 23 de agosto de 2014

Y entonces el lazo que los unía se hizo un nudo. Eso no significaba que estuviesen más unidos, sino que era más difícil separarlos.

lunes, 4 de agosto de 2014

Tan triste como el mar

Las olas muerden mis pies. Sí, los muerden. Porque el agua está tan fría que duele. O a lo mejor soy yo que estoy tan sensible que todo me daña. Las olas rompen con fuerza a mi lado y el viento agita mi pelo. Por primera vez, no me molesta que el mar esté bravo porque, por fin, puedo decir que nos parecemos en algo. Antes envidiaba su libertad pero ahora me planteo si realmente es libre, o sus olas furiosas son un intento de llegar a tierra firme. Quién sabe, a lo mejor el sonido de sus olas tan característico tan solo es un grito desesperado, un grito al que nadie hace caso. Y es que tal vez hasta el mar este cansado de la arena. Miro al horizonte en busca de algo, aunque en verdad no veo nada, ni tan siquiera el horizonte. Hay una bruma levantada que solo se ve si miras lejos de ti y difumina el horizonte y parece que el cielo y el mar fuesen solo uno, todo está indefinido. Esa bruma debe ser lo que hay en mi cabeza, ya que ningún pensamiento lo tengo ya definido. Pero alcanzo a ver el faro a lo lejos. Ojalá yo tuviera algún faro que guiase mis pensamientos.

viernes, 11 de julio de 2014

"Cafeínas sentimentales"

- Así que eso te cuento- digo, removiendo distraídamente mi café con leche.
Ella da un pequeño trago a su descafeinado de máquina y lo deja en el platito. Me mira seriamente y niega ligeramente con la cabeza.
- No tienes por qué aguantar estas tonterías. Tienes mucha más cabeza que todas ellas juntas- me contesta.
Suspiro amargamente y miro a mi alrededor. Ciertamente no es el lugar en el que habría imaginado acabar. Y la verdad es que tampoco sé muy bien cómo he acabado en esa cafetería, sentada en una mesa al lado de la máquina tragaperras (una máquina que no me vendría mal que se tragase a más de una), con una sudadera en pleno Julio y contándole a mi madre todos mis problemas adolescentes. No, lo cierto es que nunca pensé que acabaría así.
- Es que... Dios mío, estoy harta de tanta tontería. Harta de tanta gente que lo único que sabe hacer es meterse en la vida de los demás y criticar. Y luego ya lo que me revienta es lo falsos que pueden llegar a ser algunos y algunas. Y es que antes era capaz de aguantar todo esto y la inmadurez de ciertas personas pero cada vez menos y de lo que me dan ganas es de mandarles a todos a la mierda...
- Tranquilízate, eres demasiado guapa como para preocuparte por eso.
Me quedo mirándola y las dos nos echamos a reír. 
-No digas tonterías, anda...
- No, ahora en serio -me dice-, tienes amigos que valen oro, disfruta con ellos y olvídate de los demás. Ademas, mira, esa es una guarra, la otra una lameculos y una metemierda, y las otras dos unas marujas. No tienes que envidiarlas en nada.
Ante tales comentarios sólo puedo reír.
Estrujo el sobre de azúcar con una mano y me doy cuenta de que el hombre que está gastando todo su dinero en la tragaperras no quita el oído de nuestra conversación. No sé si la curiosidad mató al gato, pero a este hombre le va a dejar arruinado porque sigue metiendo moneditas en la máquina.
- Me tengo que ir a trabajar- comenta mi madre.

- Sí, es verdad. Siento haberte entretenido- le digo, levantándome de mi asiento.
- No es problema, cariño. El próximo día buscaremos un sitio más elegante- dice guiñándome un ojo a la vez que salimos por la puerta.
Nos despedimos y me da un beso en la frente. Qué diferente habría sido todo si desde el principio le hubiese confiado más cosas de las que me pasaban y cuánto sufrimiento podría haberme ahorrado en su momento. No, no era mi amiga, claro que no lo era. Y ninguna de las dos quería que lo fuese, porque una madre es una madre y tendría que haberme dado cuenta antes que, aunque me haga ver que lo he hecho mal, su apoyo no me faltaría nunca. Porque no es mi amiga; es mi madre.

jueves, 3 de julio de 2014

Eso que tú llamas felicidad

¿Qué ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¿Qué te has hecho? Cuéntamelo. Entre calada y calada tienes tiempo. Te miro, te miro y no te reconozco. Te has convertido en algo que nunca quisiste ser. Dejaste de ser mi ejemplo a seguir para ser el ejemplo de qué no seguir. Dime dónde quedaron esos momentos de felicidad juntos, esa complicidad y esos juegos de dos que nadie más entendía, porque yo no los veo por ningún lado. Ya no sé si es por el humo de tus porros que no me deja verlos o porque tú mismo te has encargado de esconderlos. De esconderlos como escondíamos nuestras travesuras. O como yo guardaba tus secretos. El problema es que ahora tus secretos a mí se me quedan grandes y no es porque yo sea de baja estatura. Siempre fuiste propenso a dejar que tu felicidad dependiera de otras personas pero nunca imaginé que le darías ese privilegio a una planta. Una planta que te da felicidad por media hora y destruye todo lo que a tu alrededor te la daba el resto del día. Igual que destruye tu personalidad. Y no te creas, tu “felicidad”, irónicamente, también ha destruido la mía. Y la de esta casa que ahora tiembla con cada vez que te enfadas. Como la pata de esa mesa que se rompió en un intento de huir de casa. Como mi cuerpo con cada grito. Como el papelillo de tu cigarro cuando resoplas indignado.

Pero, tranquilo, tú sigue inhalando tu felicidad y sigue pensando que ese humo expulsa tus problemas, que seguro que así, el día que soples y apagues la llama de tu mechero, tus deseos se cumplirán. Mientras tanto yo estaré aquí, para cuando esa felicidad te dañe y te des cuenta que tus problemas no se han ido. 

martes, 3 de junio de 2014

Hoy hace cuatro años perdí cuanto tenía

Hoy hace cuatro años que perdí lo que tenía. Hoy hace cuatro años que comprendí cómo era la vida. Hoy hace cuatro años que tuve que olvidar todo lo que sabía sobre cómo se vivía. Porque ya nada iba a ser igual. Ya no habría nadie todos los viernes esperándome con una sonrisa, la cena caliente, la mesa puesta y el abrazo preparado. Ya no habría nadie con quien sentarme en el sofá a tomar un helado de corte después de llegar a casa por la noche. Ya no saldría a cenar a la terraza para tomar el fresco. Ya no tendría que acompañar a nadie al caño a por agua. No habría nadie que me regañese por saltar en esa casa, también porque cuando voy allí ahora lo que menos me apetece es saltar. Tampoco habría nadie que enseñase a coser con ese maldito dedal que siempre se salía de mi dedo.
Y es que esas cinco palabras que pronunció mi padre en aquella gasolinera con azulejos amarillos cambiaron mi vida, me cambiaron a mí. Recuerdo todo de ese día y aún así no entiendo nada. No sé cómo pasó todo y tampoco estoy segura de querer saberlo. Recuerdo haber llorado hasta quedarme dormida. Recuerdo despertarme y no saber qué hacía allí con la cara llena de lágrimas. Y entonces me acordé de qué había pasado y volví a derrumbarme. Me levanté para recorrerme la casa, esa casa que para mí había sido escenario de tanta felicidad y que ahora era una pesadilla. La falda que me estaba arreglado estaba ahí, intacta, tal y como ella la había dejado, hilvanada y sobre la mesa de la máquina de coser. Tenía el estómago vacío pero no tenía hambre ni ganas de comer. Sólo quería llorar y volver a dormir. Llorar para intentar sacar todo ese dolor que tenía dentro. Dormir para escapar de aquella pesadilla. Me planteé seriamente la posibilidad de que fuera un sueño pero me di cuenta de que ni en mis sueños más realistas podría haber sentido tanta desesperación, impotencia y dolor.
Nunca he llegado a asumir del todo que no la volvería a ver. Que no me iba a volver a dar sus agobiantes infinitos besos. Que no me iba a volver a hacer caramelo de azúcar quemada. Que cuando me pusiese mala, no iba a darme la asquerosa Amoxicilina mezclada con zumo de naranja en vez de agua y mucho, mucho azúcar porque “Encima de que estás malita, mi niña, quieren matármela del asco con este sabor. Ya podían esforzarse en hacerlo un poco más agradable”. Ni que nadie se despertaría de madrugada para arroparme y que no pasase frío o por si por algún casual me había entrado sed y tenía que llevarme un vaso de agua.
Hace cuatro años, me convertí en quien soy. Hace cuatro años, maduré de golpe. Porque, sí, era madura para mi edad pero maduramos con los daños y no con los años. Hace cuatro que aprendí qué era el dolor mental. Hace cuatro años supe qué era perder a alguien realmente importante para ti.
Hoy hace cuatro años que te perdí pero, aunque no te llore como antes, te echo de menos como el primer día.

jueves, 24 de abril de 2014

"- ¡Rosas! Todos los hombres sacáis vuestro romanticismo del mismo libro trillado. Las flores son bonitas; no niego que sean un buen obsequio para una dama. Pero siempre regaláis rosas, siempre rojas, y siempre perfectas. De invernadero si podéis conseguirlas. – Se volvió y me miró-. ¿Tú piensas en rosas cuando me ves?
La prudencia me hizo sonreír y negar con la cabeza.
-A ver, si no son rosas, ¿Qué ves cuando me miras?Estaba atrapado. La miré de arriba abajo una vez, como si intentara decidirme.
-Bueno… -dije-, no deberías ser tan dura con los hombres. Verás, escoger una flor que le vaya bien a una chica no es tan fácil como parece.Ella me escuchaba atentamente.
-El problema es que cuando le regalas flores a una chica, tu elección puede interpretarse de diferentes maneras. Un hombre podría regalarte una rosa porque te considera hermosa, o porque le gustan su color, su forma o su suavidad, que le recuerdan a tus labios. Las rosas son caras; al elegirlas, quizá quiera demostrarte que eres valiosa para él.
-Has defendido bien a las rosas. Pero resulta que a mí no me gustan. Elige otra flor que me pegue.
-Pero ¿qué pega y qué no pega?  Cuando un hombre te regala una rosa, lo que tú ves quizá no sea lo que él pretende hacerte ver. Tal vez te imaginas que te ve como algo delicado y frágil. Quizá no te guste un pretendiente que te considera muy dulce y nada más. Quizá el tallo tenga espinas, y deduzcas que él piensa que podrías rechazar una mano demasiado rápida. Pero si corta las espinas, quizá pienses que no le gustan las mujeres que saben defenderse ellas solas. Las cosas pueden interpretarse de muchas formas-concluí-. ¿Qué debe hacer un hombre prudente?
Ella me miró de reojo.
-Si ese hombre fueras tú, supongo que tejería palabras inteligentes y confiaría en que la pregunta quedara olvidada.-Ladeó la cabeza-.Pero no va a quedar olvidada.¿Qué flor escogerías para mí?
-Está bien, déjame pensar.-Me volví y la miré; luego miré hacia otro lado-. Vamos a hacer una lista. Quizá diente de león: es radiante, y tú eres radiante. Pero el diente de león es una flor muy corriente, y tú no eres una persona corrientes. De las rosas ya hemos hablado, y las hemos descartado. ¿Belladona? No. ¿Ortiga? Quizá…
Hizo como si se enfadara y me sacó la lengua. Me di unos golpecitos en los labios, fingiendo cavilar.
-Tienes razón, solo te pega por la lengua.Dio un resoplido y se cruzó de brazos.
-¡Avena loca! – exclamé , y soltó una carcajada-. Es salvaje, y eso encaja contigo, pero es una flor pequeña y tímida. Por esa y por otras… -carraspeé- razones más obvias, creo que descartaremos también la avena loca.
-Una lástima-dijo
- La margarita también es bonita- proseguí sin dejar que me distrajera-. Alta y esbelta, y crece en los márgenes de los caminos. Una flor sencilla, no demasiado delicada. La margarita es independiente. Creo que te pega… Pero continuemos. ¿Lirio? Demasiado llamativo. Cardo: demasiado distante. Violeta: demasiado escueta. ¿Trilio? Hmmm, podría ser. Una flor bonita. No se deja cultivar. La textura de los pétalos… -realicé el movimiento más atrevido de mi corta vida y le acaricié suavemente el cuello con dos dedos- es lo bastante suave para estar a la altura de tu piel. Casi. Pero crece demasiado a ras de suelo.
-Has compuesto todo un ramillete- dijo ella con dulzura. Inconscientemente, se llevó una mano al cuello, al sitio donde yo la había tocado; la dejó allí un instante y luego la dejó caer.
¿Buena o mala señal? ¿Estaba borrando mi roce o reteniéndolo? La incertidumbre se apoderó de mí y decidí no correr más riesgos. Me paré y dije:
-Flor de selas.
Ella se paró también y se volvió para mirarme.
-¿Tanto pensar y eliges una flor que no conozco? ¿Qué es una flor de selas? ¿Por qué?
-Es una planta trepadora,  fuerte, que da flores de color rojo intenso. Las hojas son oscuras y delicadas. Crecen mejor en sitios umbríos, pero la flor capta los pocos rayos de sol para abrirse.-La miré-. Te pega. En ti también hay sombras y luz. La selas crece en los bosques, y no se ven muchas, porque solo la gente muy hábil sabe cuidarla sin hacerla daño. Tiene una fragancia maravillosa. Muchos la buscan, pero cuesta encontrarla.-Hice una pausa y escudriñé su rostro-. Sí. Ya que estoy obligado a elegir, elijo la selas.
Me miró; luego apartó la vista.
-Me sobrevaloras.
Sonreí.
-¿No será que tú te infravaloras?
Atrapó un trozo de mi sonrisa y me lo devolvió, destellante".

El Nombre del Viento

domingo, 20 de abril de 2014

Game Over

Era un juego sencillo: Nos contábamos nuestra vida de manera indirecta hasta encontrar coincidencias. Y, sorprendemente, había muchas.
Pero las reglas no decían quién era el ganador. Y el problema era que ninguno de los dos sabía las reglas. Ni que estábamos jugando. 


¿Cuándo se acababa? ¿Cuándo teníamos que parar? 
Cuando uno de los dos perdiera. Claro.

Pero... ¿Y cuándo perdía? 
Claro. Cuando uno sufría por culpa del otro. 
¿Y entonces?
 Fin. Se acabó la partida.

miércoles, 9 de abril de 2014

Dejemos por un rato esta dulce hipocresía

Cruzamos el riachuelo de un salto y nos sentamos a merendar en la hierba. Habíamos llegado hasta ahí en bici. Cuatro chicas lo bastante lejos de toda civilización para poder dejar atrás todos sus miedos. Lo pensé mientras bromeaban conmigo. No teníamos que hablar en susurros para no ser escuchadas. No teníamos que hablar en clave para que la señora que toma el sol a nuestro lado no se entere de nuestros problemas adolescentes.
Había ido allí más veces y siempre me producía la misma sensación de libertad. Tal vez una pradera atravesada por un río fangoso y mal oliente no sea el ideal de libertad de muchas personas pero para mí era lo más parecido a ello que había tenido nunca. Teníamos que llegar allí a través del esfuerzo pero el viaje merecía la pena.

 Si nos hubiésemos callado en algún momento, podríamos haber escuchado las canciones de los pájaros, los duetos de los grillos y el golpear del agua sobre las piedras unos metros por detrás de nosotras. Pero no fue así. No nos callamos. Es imposible callarte cuando estás allí. Hablamos más que nunca. Creo que en esas horas salieron de nuestras bocas más verdades que en muchas de las semanas anteriores. Hay algo en ese sitio que te obliga a sacar todo lo que tienes dentro. Podríamos compararlo con un confesionario. La diferencia es que a un confesionario vas porque necesitas que alguien perdone tus pecados. Allí no. Allí llegas por azar o por suerte.  Nadie planea ir allí para sincerarse. Vas a dar allí por trabajo, por gusto, por hacer deporte o, como nosotras, por pasar una tarde de chicas. Pero te acabas encontrando a ti mismo sincerándote con tu más inesperado acompañante. No sé por qué es. Pero es la verdad. Ahí dices muchas cosas que estando en tu ambiente no las dirías a no ser que fueses ebrio. Es como si necesitases sacarlas de dentro. Esa sensación de tener algo en el pecho que quiere salir. No sabrás de lo que hablo si nunca lo has experimentado.. Lo retienes, lo retienes, lo retienes y, llegas allí, y de repente, no te importa que salga. Pienso que puede ser porque, al alejarnos de la rutina, de la presión de la población, de la sociedad, al encontrarte en un remoto lugar del mundo, acabas entendiéndote de verdad a ti mismo, entendiendo tus necesidades, entendiendo que esa mala hostia que tienes últimamente fue producida por un disgusto que quieres disimular y no sabes cómo; acabas entendiendo que fingiendo no tener sentimientos no te haces más fuerte; acabas entendiendo que ocultando tu verdadera situación a las personas que te apoyan no vas a solucionar nada; acabas entendiendo que “la función de relación” que tantas veces has estudiado en clase también se basa en comunicarte con los demás. Y acabas entendiendo que tú lo que necesitas para librarte de esa sensación de malestar que te acompaña cuando estás a solas en tu cama por la noche no se va a ir escuchando música, no se va a ir estando enfadado con los demás, no se va  a ir durmiendo, no se va a ir dándote un baño relajante ni tampoco enfrascándote en un buen libro. Ese malestar se va cuando has hablado con alguien de lo que te pasa. Tal vez por eso esos viajes en bici te dejen tan exhaustos y no por sus 15 km pedaleando. Al fin y al cabo, decir la verdad siempre es más complicado y agotador que mentir.

lunes, 10 de marzo de 2014

"Y que se entere el mundo que no importa nada más"

Escuchas una canción. Cualquiera. ¿De qué trata la letra? De amistad, de cariño, del dolor de una pérdida.  Amor todo al fin y al cabo.
Lees un libro. Me da igual cuál. De fantasía, de aventuras, de magia, futurista. ¿Qué hay en él? Fijo que una trama de amor. Puede que no sea el tema central de la obra pero, ¿a que aparece una pareja, novios o matrimonio, una gran amistad, un hermano? Amor después de todo.
Una serie de televisión. Puede ser policíaca, una telenovela, sobre la vida en el hospital, un reality show… Infinidad de ellas. ¿Qué hay en todas? Alguna relación amorosa.
¿Por eso odiamos tanto el amor? ¿Porque está presente en todos los ámbitos de nuestra vida? Pero, entonces, es fácil solucionarlo. No escuches la letra de las canciones, pon sólo música clásica o melódica. No leas libros, sólo las noticias en el periódico. No veas series televisivas, tan sólo concursos individuales y el telediario.
 ¿Por qué no lo haces? ¿Por qué te sabes la letra de la canción de let her go entera? ¿Por qué sigues leyendo 50 Sombras de Grey si te da igual con quién acabe Anastasia? ¿Por qué quieres saber si Katniss elegirá a Gale o a Peeta, y Bella a Edward o a Jacob? ¿Por qué quieres seguir viendo a Castle y Becket juntos? ¿Por qué te molesta la insensibilidad de Bones? ¿Por qué no dejas de ver Pretty Little Liers o Gossip Girl?
 Si tanto odiamos el amor y tanto asco nos da, evitémoslo.

Pero después de esto, no me podréis negar que el amor nos mueve. En realidad, el amor mueve el mundo.

lunes, 17 de febrero de 2014

Atraparte con mis palabras y que no quieras que te suelte

¿Qué tiene ese libro que te gusta tanto que no tenga aquel que no te gustó nada? Que te intrigó, que su historia te cautivó, que te sentiste identificado con el protagonista, que su forma de relatar, sus palabras, te atraparon. Eso quiero hacer yo. Atraparte con mis palabras. Atraparte con mis palabras y que no te quieras soltar. Llevarte a un mundo nuevo, desconocido hasta ahora para quien no me ha leído. Quiero dejarte reflexionando por unos momentos. Quiero que cuando vayas en el coche te acuerdes de lo que yo escribí y te pares a pensar. Quiero que tengas ganas de que vuelva a escribir algo para poder leerme. Quiero formar parte de tu rutina. Que entres aquí buscando una historia nueva, un nuevo sentimiento. Dicen que una imagen vale más que mil palabras pero, a mí, mil palabras se me quedan cortas. Irónico porque no sé cómo seguir rellenando este documento en blanco. Cuanto mayor es el reto, mayor es la satisfacción. Y yo me he propuesto como reto llenarte de emociones y vaciarte mediante lágrimas. Quiero tocarte tan hondo que quieras compartir esto con alguien, que también sientan lo que tú sentiste al leerlo. Quiero saber qué es eso que tanto quiero. Quiero encontrarme a mí misma. Quiero descubrir el secreto de nuestra existencia. Quiero saber por qué cuando alguien te mira a los ojos te pones nervioso y apartas la mirada. Quiero saber por qué a veces busco los abrazos cuando en realidad me agobian. Quiero saber por qué se echa de menos algo, por qué aparece esa sensación tan rara en el estómago y esa angustia en la mente. Quiero saber a quién se le ocurrió llamar “mariposas en el estómago” a ese cosquilleo tan incómodo si las mariposas en realidad son bonitas. Quiero saber por qué nos da miedo enamorarnos. La excusa de que no queremos sufrir es muy pobre, al fin y al cabo no sabríamos qué es la felicidad si no supiésemos qué es el dolor. Me gustaría saber por qué confundimos ser feliz con tener una vida idílica. También por qué no sonríes más a menudo porque estás realmente guapo/a. Quiero aprender a escuchar la canción interpretada en una carcajada. Quiero saber qué es eso en lo que más te gusta perder el tiempo. Quiero saber por qué los olores nos traen recuerdos. Quiero saber qué se siente al entrar en el bar al que ibas con tus amigos hace tantos años y ver que todo sigue igual. Quiero saber muchas cosas pero, sobre todo, quiero saber qué debo hacer para que caigas ante mis encantos literarios.

lunes, 10 de febrero de 2014

Crisantemos compartidos

Me cruzo con una mujer anciana de mi pueblo. Siempre me dice lo mucho que me parezco a mi abuela. Lo mucho que la echa de menos. Y, aunque está vieja, con los huesos carcomidos por el tiempo, la cara repleta de arrugas, y tiene lo que yo creo que es un principio de demencia, siempre me lo dice con la voz entrecortada y los ojos anegados en lágrimas. Esto me hace parar a pensar. Ellas eran amigas. Ahora ya no son vecinas. Una de ellas no está en el pueblo. No está en la provincia ni el país. Ni tan siquiera está en esto que llamamos mundo. O al menos, no físicamente. Pienso en lo que se debe sentir al asistir al funeral de tu amiga, al saber que ya nunca la volverás a ver ni volverás a oír su voz. No me gusta escribir sobre este tema pero los humanos somos tan ignorantes que renegamos de hablar sobre cosas tan reales como la vida misma. Evitamos cualquier cosa relacionada con la muerte. Sé que no es agradable pero existe y no podemos ignorándola.
Pienso en lo que debe sentir aquella mujer y me acuerdo de ti. De repente me entra un pánico terrible. Más que pánico, es angustia. Es una angustia que no voy a poder calmar porque el miedo que la funda es real. En algún momento, una de las dos dirá un adiós que dejará a la otra sin un pedacito de sí. Por eso es que quiero que me prometas una cosa: que esperaremos juntas ese momento. Que cuando seamos viejas seguiremos siendo amigas. Que nunca perderemos ese espíritu joven y fresco que nos caracteriza. Que reiremos a carcajadas mostrando a todo el mundo nuestras dentaduras postizas del mismo modo que ahora mostramos las nuestras sanas. Que seguiremos disfrutando de la compañía de la otra. Que seguiremos hablando horas y horas muertas sin aburrirnos. Que quedaremos por las tardes para no hacer nada en especial como solemos hacer ahora. Que nos tomaremos un café juntas en la cafetería de la esquina antes de recoger a los nietos del colegio. Que no olvidaremos todos esos momentos que hemos vivido juntas y todos los que nos quedan por vivir. Que seguiremos sonriendo al recordar la historia de cómo nos conocimos. Que seguiremos cuidándonos la una a la otra como acostumbramos a hacer. Que seguiremos vacilándonos como sólo nosotras sabemos.

En definitiva, que la distancia no nos separará a la una de la otra y que el tiempo no nos hará olvidarnos. Que superaremos todos esos obstáculos juntas porque somos expertas en hacerlo.

martes, 28 de enero de 2014

Un mundo de suicidas

Caminaba sin rumbo. Mi paso era lento. No tenía prisa. No tenía destino fijo. Bueno, en realidad sí. Pero no era allí donde quería ir. Tampoco sabía dónde quería ir. Tal vez a un lugar donde pudiese gritar tranquilamente.
A la gente le atormenta la soledad. Yo la he probado varias veces y podría decir que, así como al café amargo, le encuentro su encanto. Me gusta estar sola. Puedo pensar en lo que quiera sin molestas interrupciones. Creo que por eso a la gente le asusta. Pienso que tienen miedo de estar a solas con sus pensamientos. Creo que prefieren no tener que pensar, así no se pueden arrepentir de nada, no recuerdan, no reflexionan. Nos disparamos balas directas a la sien con nuestra propia ignorancia. Así nos libramos del sufrimiento de pensar.
Nos quejamos de que somos manipulados pero, realmente, somos nosotros mismos los que estamos firmando nuestra sentencia de muerte con nuestros actos.
A veces hay que dejar ir a los pensamientos más lejos de nuestro área personal. Hay que dejarlos escapar. Que nos formulen preguntas que aparentemente no tienen solución. Porque, ¿sabéis?, son esas preguntas las que mueven el mundo, las que conforman nuestra razón de ser. Porque, de una manera u otra, vivimos para encontrar una respuesta a ellas para acabar dándonos cuenta de que, a veces, no tienen respuesta o que, tal vez, están mal formuladas y su respuesta llevaba a nuestro lado toda una vida solo que no la consideramos adecuada o importante. Igual que ahora pensar. No lo consideramos importante.

lunes, 20 de enero de 2014

Promesas de Año Nuevo

Escribí esta historia para un concurso de relatos que se celebró en mi pueblo este verano. Ahora la hago pública aquí. Espero que guste.
«Me sumergí en el mundo de sus ojos marrones color café como hacía cada vez que le miraba. En ellos, vivía en un mundo paralelo donde las alegrías eran continuas y nuestra mayor preocupación era que nuestros labios se separasen milímetros. Cerré los ojos y volví a besarle. Pensé que nunca podría cansarme del sabor de su boca.
Se separó ligeramente, esbozó esa media sonrisa que tanto me gusta, dibujó con sus labios un “te quiero” y después los posó en mi frente.
Rodeé su cintura con mis brazos y me quedé ahí parada, abrazada a él. Estaba segura de que la escena, lejos de ser bonita, resultaba ridícula; él me sacaba alrededor de treinta centímetros pero nunca le dio importancia.
Hacía frío puesto que era pleno invierno pero, al estar abrazada a él, su cuerpo me traspasaba su calor.
Habíamos salido a cenar aquella noche porque, en poco tiempo, iba a cumplir mis veinticinco años aunque tenía la sensación de que había vivido por treinta y nueve. Demasiado madura, quizás.
Habíamos tenido muchas dificultades pero al final habíamos conseguido estar juntos. No pensaba dejar que un pequeño bache me lo arrebatase. Bueno, vale, tal vez ese no fuese uno pequeño pero igualmente estaba dispuesta a luchar por él y superarlo.
Aspiré con fuerza por la nariz, impregnándome de su olor. Sonreí ligeramente. Desde que le había dicho que mi olor favorito era el del “Axe”, lo usaba todos los días.
Lo nuestro no era algo casual; llevábamos mucho tiempo conociéndonos y tonteando. Él se lo había pensado mucho antes de pedirme nada y yo me había pensado más aún qué contestarle. Pero me di cuenta de que le necesitaba en mi vida, que él me preocupaba, que no aguantaría verle con otra. Me di cuenta de que le quería.
Mis amigas dicen que nunca han dicho un “te quiero” sincero a ningún chico. Yo sí. Muchos. A ese idiota que me abrazaba. No me sentía superior a ellas por eso; simplemente, más afortunada.
Mientras ellas vivían amores de una semana yo llevaba con él cerca de tres años.
De pronto, su voz grave me trajo de vuelta a la realidad.
-          - Estás tiritando.- dijo quitándose su abrigo y pasándomelo por encima de los hombros.
-         -  No, quédatelo tú. Yo estoy bien. No quiero que te pongas malo.- repuse devolviéndoselo.
Ciertamente, me moría de frío pero no quería que él enfermase. Me daba miedo que eso pudiese perjudicarle.
Había empezado a nevar y ligeros copos caían sobre nosotros. Mientras él retiraba unos pequeños copos que se habían quedado en mi pelo, me preguntó algo que me pilló por sorpresa:
-          -  ¿Me juras que eres sólo mía?
-          - Creía que eso estaba claro.- repuse.- Soy únicamente tuya.
-          - ¿Segura?- preguntó con voz profunda colocándome el gorro de lana que me cubría la cabeza.
-           - Totalmente.
-           - Te quiero.- volvió a decirme. Y se agachó para besarme de nuevo pero esta vez en los labios.
Era un beso de esos sinceros, esos que se dan desde el cariño.
El cariño, eso era lo que les faltaba a los ligues de mis amigas y que yo tenía todos los días.
Era ya casi media noche. Las estrellas brillaban en el cielo.
Supuse que las familias normales estarían en sus casas calentitas, cenando todos juntos en familia. Pero nosotros no éramos una familia normal. Y estábamos muy lejos de serlo.
Sólo llevábamos juntos tres años pero ya estábamos casados. Nos corría prisa hacerlo formal. Nos urgía.
Miré a mi alrededor. Las luces de Navidad brillaban con fuerza dándole al ambiente una apariencia de alegría y felicidad. Esas luces me recordaron que todo en la vida sigue. Que todo puede ser bueno de nuevo. Que hay luz después de la oscuridad. Que hay vida tras la destrucción.
Íbamos caminando de la mano cuando su reloj digital pitó, anunciando las doce de la noche. Me paré en seco en mitad de la calle. Tiré de él hacia mí y con una sonrisa dibujada en la cara le susurré al oído:
-          - Feliz Año Nuevo.- y sin darle opción a responder, le besé.
Sus labios estaban fríos, como los míos, pero carecían de las grietas que los míos tenían por el frío. Sin embargo, se sentían tan cálidos presionados contra los míos…
Él rodeó mi cintura con sus brazos y me atrajo hacia sí con más fuerza. Parecía que íbamos a fundirnos en uno solo. Levanté mis brazos y rodeé su cuello. Enredé mis dedos en su cabello marrón y me pregunté cuántas veces más podría hacer ese gesto en el nuevo año que acabábamos de empezar.


Me hice una promesa a mí misma mientras mis dedos soltaban ligeramente su cabello. Una promesa de nuevo año: Juntos, lograríamos vencer su cáncer».

domingo, 12 de enero de 2014

“Me miró como evaluándome. Yo estaba esperando esa mirada. Era la clase de mirada que decía: «Hablas como si fueras mayor de lo que aparentas». Confiaba en que lo asumiera deprisa. Resulta tedioso que te hablen como si fueras un niño, aunque lo seas”

Al leer estas palabras en "El nombre del viento" me he sentido demasiado identificada.

miércoles, 8 de enero de 2014

Amor, sí, pero,...¿qué es amor?

         Tu canción.-  me dijo sonriendo.
 –     ¿Por qué dices eso?- pregunté confusa.
 –        Porque te gusta mucho. Subes el volumen siempre que suena.

Fue en ese momento cuando lo entendí. Hasta ese momento no había entendido qué era el amor. No entendía cuál era ese sentimiento tan fuerte del que todo el mundo habla.

Amor era que supiese cuál era mi canción favorita sin yo tener que decírselo. Amor era que por las noches se despertase con frío y fuese a mi habitación a cubrirme con una manta. Amor era que fuese al supermercado sin mí y me comprase Nutella porque sabe que me la acabo en dos suspiros. Era que fuese de compras ella sola y me trajese el abrigo que habíamos visto a una chica por la calle sólo por comentarla que me parecía bonito. Era que, al volver a casa después de haber estado tiempo fuera, me tuviese preparada mi cena favorita. Que haciendo zapping vea que está en algún canal mi peli favorita, me llame y deje la tele puesta en ese canal a pesar de a ella le apeteciera ver otra cosa. Que pase por una librería y me llame para preguntarme si quiero algún libro nuevo en especial. Que no me regale lo que quiero, si no lo que necesito. Sí, eso también es amor. Que deje de hacer lo que estaba haciendo para leer lo que he escrito y darme su opinión. Que guarde todos mis cuadros y dibujos por muy mal que estén. Que me saque fotos constantemente porque sabe que me gusta tener esos recuerdos aunque de ese modo ella no salga en ellas. Que me ceda su último cacho de pizza porque a mí me guste cómo le ha quedado.  Que comparta sus libros favoritos conmigo. Que plante en su rincón flores moradas porque dice que le recuerdan a mí. Todo esto es amor.

Y ella estaba ahí, cantando tranquilamente la que ella llamaba “mi canción”, sin saber que acababa de hacerme entender una de las mayores interrogantes en esta vida.

lunes, 6 de enero de 2014

A veces me pregunto dónde te metes, Inspiración

Me encuentro frente a mi ordenador. El Word abierto. Un documento en blanco. El guión parpadea animándome a que empiece a escribir. Pero no encuentro sobre qué. Mi inspiración parece haberse esfumado. Tengo miedo de que no vuelva. Yo sabía hacer esto. Llevo demasiado tiempo con mi mente bloqueada. Intento expresarme y no me sale. Me gusta escribir cosas que te lleguen a ese pequeño rincón que tenemos en el que guardas tus sentimientos y emociones. O, a veces, busco llegar a tu cerebro con mis críticas sociales, expresando mis pensamientos, esos que parecen pertenecer a otra época.
Pensé que había encontrado mi fuente de inspiración. Jugaba con la razón y la emoción. Me iba bien. No sé por qué pero a la gente le gusta leer acerca de los sentimientos de otras personas. Me funcionaba. Nos gusta criticar lo que nos rodea. Pero se me ha acabado ya. Podría seguir escribiendo sobre mis recuerdos, mi tristeza y mis críticas, pero no serviría más que para salvar el paso. Sería repetirme. Y no me gusta. Quiero cambiar. Romper con mi rutina.
Busco ideas en mi alrededor. El cable del cargador del ordenador enredado, una serie policíaca en la tele, un vaso casi vacío, mis uñas rojas tamborileando en el teclado. Lo de siempre. Todo igual. Pienso que tal vez esta monotonía sea la culpable de mi frustrante y prolongado bloqueo mental. Lo maldigo en silencio mientras cierro el documento en blanco del Word. Buscaré otro momento, otra musa o, simplemente, otro sentimiento porque está claro que algo en mí no funciona.

jueves, 2 de enero de 2014

¿Por qué escribir en un blog? ¿Acaso me sirve de algo?

La gente me pregunta que por qué escribo un blog. La verdad es que yo también me lo he preguntado a veces. Empecé a escribirlo porque necesitaba compartir con el mundo mis pensamientos, pero, sobretodo, lo que necesitaba era expresar mis sentimientos de manera diferente, ser sincera con alguien sobre todo lo que me estaba pasando, aunque no conociese a ese alguien que me estaba leyendo y mi vida le diese igual. Y descubrí que escribiendo me libraba de tensiones, enfados, tristezas y rayadas.
Me gustaría poder decir "Mientras haya gente que le guste leer lo que escribo, seguiré escribiendo", pero, lo siento, no es así. Escribo porque lo necesito, así que aunque no haya una sola persona en este mundo que quiera leer lo que escribo, lo seguiré haciendo.
Por tanto, respondiendo a los que me preguntan que por qué escribo un blog, decirles que porque necesito escribir y que lo hago público porque a lo mejor hay alguien que necesita ver que hay alguien que le entiende.

martes, 31 de diciembre de 2013

Adiós, 2013

Supongo que ahora, rodeada de los postres que mi madre prepara para esta noche, con los pequeños de la familia correteando por el pasillo, los mayores pidiendo hora para pasar al baño y darse una ducha antes de cenar, con mi madre preparándome la tarta de cumpleaños y a apenas unas horas para empezar un nuevo año, es el mejor momento para ponerme a escribir. Para ponerme a hacer una valoración de las cosas que han ido pasando este año.
Hay personas con las que empecé y las cuales siguen estando, no se han ido y me han demostrado que no tienen intención de hacerlo. Otras se han ido cruzando en mi camino y desaparecido con el tiempo. Y otras pocas han aparecido de la nada y ahora son indispensables.
Hoy es el día en el que miramos atrás y recordamos todos los momentos vividos. Reímos al recordar las graciosas anécdotas de este 2013 y nos damos cuenta de que las anécdotas no tan graciosas, las que nos resultaron difíciles, las hemos logrado superar.
Hoy es cuando vemos que en la cena hay sillas vacías. Sillas que ya no volverán a ocuparse, pero en su lugar hay cochecitos de bebés y niños pequeños que cruzan el salón pasando por debajo de la mesa.
Hoy es cuando tenemos esa sensación de que se nos está dando una nueva oportunidad, la cual sabemos que vamos a desaprovechar pero, igualmente, nos hace ilusión.
Hoy es cuando decimos los “Voy a adelgazar”, “Estudiaré día a día”, “Voy a apuntarme al gimnasio”. Todo esto está bien. Lo pensamos pero, la mayoría de las veces, no los cumplimos. En fin, la intención es lo que cuenta, ¿no?
Hablamos de Diciembre como “las últimas 31 oportunidades del 2013” y hoy es cuando nos damos cuenta de que, en realidad, las oportunidades pasan sin darnos cuenta.

El 2013 ha sido un año de malas noticias como nunca y de buenos ratos y sonrisas como siempre.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Sueños de Navidad

Me he despertado con un sabor agridulce y con la certeza de que había soñado algo bonito. No podía recordar qué era exactamente ni por qué era bonito. Sólo sabía que, los segundos que había durado, me había hecho tremendamente feliz. Y no ha sido hasta que he visto a mi abuelo que me he acordado con qué he soñado.
Sí, he soñado con ella. Aparecía por la calle principal del pueblo, como si bajase de comprar el pan en su rutina diaria. Venía con su abrigo y su abultado bolso. En su rostro, sus labios pintados esbozaban una preciosa sonrisa. Estaba tremendamente guapa. Nunca la había visto tan radiante.
No nos lo podíamos creer. Salimos corriendo hacia ella y nos recibió en su cálido abrazo.
-          – Creíamos que habías muerto, yaya.- dije impactada. Aún no me creía que estuviese ahí.
       – ¿Muerto?- rio ante mi idea-. No, cielo. Sólo me he ido una temporada larga de viaje. Necesitaba abandonar todo esto un tiempo. Ser dueña de mí misma. ¿Cómo iba a abandonaros para siempre?
Y entonces me envolvió con sus brazos y me besó en la frente. Fueron sus besos, sus épicos besos, los que me hicieron darme cuenta de la realidad: ella no se había ido. Seguía con nosotros. Todo volvería a la normalidad.
Ahora estoy despierta y he vuelto a la vida real donde ella sigue sin estar, donde sus labios no besan mi frente y donde no puedo apoyar la cabeza en su pecho.

Supongo que es lo normal por estas fechas. Que en Navidad echamos más en falta a las personas que se han ido de nuestro lado. Que en vez de llorar mientras escribo esto debería estar contenta por haber podido soñar con ella una vez más.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Me encuentro frente a la pantalla de un ordenador cuyo teclado carece de la letra enie, en un colegio ingles, (ahora me doy cuenta de que tambien carece de la opcion de poner tildes), con un monton de desconocidos a mi alrededor, un profesor dando clase en ingles de algo que debe ser como informatica, llevo cinco dias viviendo en la casa de un ingles que acabo de conocer y lo mejor de todo es que todo esto me parece lo mas normal del mundo.
Y mientras pienso que (ese "que" iria con tilde) escribir aqui, el autocorrector ingles me subraya de rojo todas las palabras, ya que estan espaniol.
Este ambiente resulta tremendamente nuevo y aun asi me siento a gusto. Es desconocido y tengo la sensacion de que no fuese asi.
Y mientras la pantalla de este ordenador se sigue llenando de lineas rojas me doy cuenta de lo muy distinto que es todo aqui.
Y, como me siento mentalmente bloqueada para escribir algo coherente y cohesionado, dejare que acabe asi esta extrania entrada.
(Lamento las faltas de ortografia y la ausencia de tildes).

martes, 19 de noviembre de 2013

¿Búsqueda de la felicidad? No, más bien, búsqueda de adjetivos

Llevo días intentando pensar un adjetivo que pueda definir la continua sensación tan amarga que me persigue, pero no lo encuentro. Es una búsqueda tan vana como la de buscar una aguja en un pajar. No, miento. Buscar una aguja en un pajar sería más eficaz, puesto que creo que el adjetivo que yo busco para definirme ni tan siquiera existe, al contrario que esa ansiada aguja. E intento explicarme y no lo logro y ¿por qué? Pues porque no sé cómo defenderme sin un sólido argumento basado en las palabras. Y esto me frustra aún más y lo único que consigo es confundirme más a mí misma.
Tras mucho tiempo de búsqueda lo único que he llegado a encontrar es una palabra que se acerca bastante a las emociones que transmitiría ese adjetivo. "Agridulce". Sí, esa es la palabra. Algo así como sentimientos contradictorios: rabia y compasión, odio y cariño, felicidad y agonía. Sentimientos contradictorios, repito.
Son como esas sensaciones que me producían las montañas rusas cuando era pequeña: cuando iban despacio, quería caer a toda velocidad por una gran pendiente pero cuando estaba cayendo, ansiaba la tranquilidad. Y más o menos así me encuentro ahora. En una constante montaña rusa. Una de esas con muchos loopings y tirabuzones, que te hacen soltar adrenalina, llenas de subidas y bajadas, de esas que montas en ellas porque "¿Quién sabe cuando tendré la oportunidad de repetir?". Pero lo cierto es que no sé si quiero bajarme de esta atracción o seguir con esas emociones fuertes porque, al fin y al cabo, las dos opciones son irreversibles


lunes, 11 de noviembre de 2013

Una historia de tantas

Aquí dejo una historia. Sin nombres ni lugares para que vosotros pongáis los vuestros, para que os sintáis parte de ella y penséis que fue escrita para vosotros.

Ella siempre tenía las manos frías. Él también, pero menos que ella. Le bastaba con tomársela con cariño para que entrase en calor, no sin que antes ella se la pusiese en el cuello para hacerle sentir un escalofrío.
Cuando ella caminaba por delante de él, no podía remediar salir corriendo y abrazarla por detrás, pasando sus brazos por su estrecha cintura o por encima de los hombros, según conviniese. Y ella le tomaba de la mano para quedar firmemente unidos. Y entrelazaban sus dedos para mostrar al mundo que nada podría con ellos.
Los labios de él besaban las mejillas de ella, haciendo su camino hasta sus labios, rozándolos pero sin llegar a tocarlos.
Cuando se abrazaban, trataban de decirse todo sin usar palabras. Ella apretaba la cabeza contra su pecho y él rodeaba con fuerza su cintura en un intento de fundirse en uno solo.
Sólo tenía que besarla la frente para que ella sintiese mil mariposas volando en su estómago.  Ella sólo tenía que sonreírle para que él pensase que era la persona más afortunada del mundo. Era oler su perfume y sentirse transportado a un mundo paralelo lleno de felicidad, de armonía, de color, lleno de ella.
Y entonces él la besaba y ella se dejaba querer, dando todo de sí, compartiendo su cariño, sintiendo que nadie más la podría hacer feliz.

Pero esos sentimientos se agotan. La rutina puede con ellos o, simplemente, uno de los dos deja de sentir lo mismo y entonces toda esta historia que aquí cuento deja de ser una forma de vida para convertirse en un bonito recuerdo.

martes, 29 de octubre de 2013

"Historia de un sueño"

No. No me lo podía creer. Mis pies no reaccionaban. Mi cara se había quedado en una estúpida mueca: la boca cerrada, los ojos muy abiertos. No era capaz de pensar. Ni de avanzar. Me había quedado fija en mi sitio. Sí, de verdad él estaba allí, delante de mí, sonriendo con su tímida pero picara sonrisa, con los brazos abiertos para que le diese un abrazo. Pero yo no me movía. Era incapaz. Podía notar cómo mi cerebro se había convertido en una densa masa sin neuronas. "Dame un abrazo, ¿no?" dijo él avanzando hacia mí al ver que yo no me movía. Me abrazó y volví a la realidad. Él estaba ahí. Yo estaba entre sus brazos. Sí, ciertamente, podía tocarle, podía abrazarle. Sus labios rozaron mi mejilla. Sus labios. Oh, Dios mío. Había olvidado lo que era el roce de sus labios sobre mi piel. Mis piernas temblaban. Probablemente, si él no hubiese estado rodeando mi minúsculo cuerpo con sus brazos, me hubiese caído al suelo. Me abracé a él con más fuerza. Tenía la sensación de que, de un momento a otro, se desvanecería. No lloraba porque no pensaba que fuese real. Aspiré su aroma. Recordé su calor. Le sentí a mi lado. Estaba a mi lado.

jueves, 10 de octubre de 2013

Ni Coco Chanel ni Carolina Herrera; Rosi.

Mi abuela era modista. Para mí, la mejor modista sin lugar a dudas. “La moda es un cesto de ropa del que tú vas sacando prendas y, cuando el cesto se vacía, vuelves a coger la prenda primera que sacaste” esa es sólo una de sus muchas frases. Frases que dejaban entrever su gran sabiduría y experiencia.
Ella fue quien me enseñó a coser. Yo no sabía, y sigo sin saber, coser con dedal. “Costurera sin dedal cose poco y cose mal” me decía siempre, riendo al verme quitarme el dedal ya desesperada. También me enseñó a hacer ganchillo, punto, punto de cruz y todas esas cosas que se hacen con aguja e hilo. Pero no sólo me enseñó eso. Me enseñó una forma de vida:
Un día, me mostró unos shorts vaqueros, viejos. “¿Los quieres?” me preguntó. Yo respondí que no. Evidentemente, no los quería. Pero ella se quedó mirándolos con interés y me dijo “Pues yo sí. Y, en un rato, tú también.” Y no se equivocó. Al cabo de un rato (muy poco rato porque, eso sí, he de decir que en su trabajo, a rapidez, precisión y originalidad no la ganaba nadie) tenía en mis manos un precioso bolso vaquero.
A donde quiero llegar es a que donde yo sólo veía un viejo short, un desperdicio, ella veía un bolso, una nueva oportunidad, un nuevo proyecto.  No sé si me explico; Ella era capaz de ver todo lo bueno y positivo de una cosa “mala” para transformarlo en algo positivo y espectacular.
Supongo que aprendía la lección. Ese bolso ya no me vale. Le quité la cinta de colgar y le cosí una cremallera. Ahora es mi estuche de maquillaje. Siempre me esforcé por ser una buena alumna aunque nunca llegue a ser tan buena como ella.
Y ella sabía hacer con la vida lo mismo que hacía con su máquina de coser. Incluso en las malas situaciones y problemas, podías encontrar algo bueno de lo que sacar provecho. Me demostró una vez más lo muy increíble que era. Y el que se fuese de mi lado sólo demuestra lo injusta que es la vida y que en ella tenemos que aprender a sufrir. Pero a ella le gustaría que mirase las cosas positivas como ella solía hacer, así que pensaré en lo que nos dejó y no en lo que se llevó.
Yaya, te quiere y te echa de menos:
Tu costurera sin dedal.


-Esta fue la mujer que me enseñó a vivir-

martes, 1 de octubre de 2013

"- Hablas de ella, ¿verdad?
 - Es muy vulnerable.
 - Pero también es inteligente.
 - El corazón y la cabeza son dos entidades separadas.
 - ¿Razón y emoción?
 - Como quieras.
 - No quiero ataduras.
 - Pero las tienes"
Pequeño fragmento del libro "Tomillo Silvestre". Fragmento que habla de cosas tan reales como la vida misma. Fragmento que da nuevo nombre a mi blog.

lunes, 30 de septiembre de 2013

"Lástima que la juventud se desperdicie en los jóvenes"

Estaba sentada en una acera de mi pueblo. Esperaba a que llegasen mis amigas. No me importa esperar sola, es más, incluso puede llegar a gustarme. Así tengo tiempo de estar a solas con mis pensamientos y los dejo vagar libremente. Me entretenía mirando a mi alrededor aunque, en realidad, mis pensamientos se encontraban lejos de allí. De pronto, mi campo de visión fue invadido. Por la acera de enfrente, pasaban una mujer mayor junto con su nieta.  Conocía a las dos pero no sus nombres. Soy penosa para eso. Me limité a sonreírles a las dos. La mujer me devolvió una entrañable sonrisa. Seguro que ella conocía mi nombre, mi edad, de quién era hija, quiénes eran mis abuelos, quiénes mis tatarabuelos, incluso el mes en que nací.
Siguieron caminando. La mujer le iba contando algo a la niña, la cual tendría alrededor de unos ocho años y cara de aburrimiento. "Mala edad" pensé. Es esa edad en la que pasar tiempo con tu familia comienza a aburrirte, cuando las cosas que te cuentan dejan de interesante sólo porque te las contaron ellos. Es cuando empiezas a no valorar lo que tienes y a querer lo que no tienes.
De pronto, me entró una gran angustia. Sentí la necesidad de salir corriendo, golpear algo. Algo me oprimía el estómago y el alma entero. Quería levantarme y gritarle a la niña que aprovechase esos momentos, que no fuese estúpida, que valorase la suerte que tenía de poder estar paseando con su abuela, que la tratase bien y la dijese todo lo que la quería porque un día se arrepentiría de no haberlo hecho. Quería decirla que un día se acordaría de aquellas tardes de verano juntas y, por muy raro que la pareciese ahora, las echaría de menos.

Pero no lo hice. No me levanté del suelo. No salí corriendo tras la niña diciéndole lo que debía hacer. Me quedé allí sentada viéndolas pasar. “Lástima que la juventud se desperdicie en los jóvenes” pensé. Era una frase de una célebre autora. Ahora, comprendía su significado y me sentía demasiado identificada.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Hay pasiones que dejamos olvidadas

Yo, hace un par de años, iba al conservatorio. Tocaba la viola, un instrumento desconocido para la mayoría de la gente ajena al mundillo de la música. Me gustaba. Me sentía bien tocando pero pronto me harté.
No me harté de mi instrumento. No. Me harté de que mis profesores mi recordasen constantemente que yo no valía para la música. "No sabes entonar" "Ese fa no es sostenido. Estoy harto de que falles en lo mismo" "No estás hecha para la música, Vega". Soy fría, sí, pero aunque parezca implacable, el hecho de que estos comentarios se repitiesen día sí y día también, acabó pudiendo conmigo. Abandoné. Lo dejé.
A veces, cuando estaba muy estresada, desenfundaba mi viola y tocaba algo. Algo improvisado, nada de mis viejos libros. Lo cierto es que me hacía sentir a gusto. Era como si a través de mi arco acariciando las cuerdas de mi viola fuese capaz de transmitir mis sentimientos, incluso liberar todo lo que llevaba dentro. Era como si consiguiese transportarme a un mundo paralelo, lejos de preocupaciones. La fuerza que mi arco ejercía sobre las cuerdas, el agitados movimiento de mis brazos y mis dedos, todo ello hacían que la tensión del día desapareciesen. Pero esa particular manía de tocar cuando me sentía agobiada se desvaneció. La abandoné como había abandonado el conservatorio. No toqué la viola durante un año entero.
Pero llegó una persona que consiguió recordarme por qué me gustaba la música, por qué me había apuntado al conservatorio y, sobretodo, consiguió que volviese a tocar. Llegó una persona que, en vez de decirme que lo dejase, que no servía para la música, me dio un empujoncito para que lo volviese a intentar. Me prestó su apoyo.
No consiguió que me apuntase de nuevo a clases pero es que eso era imposible, pero consiguió algo mucho más importante: que volviese a sentir por la música esa pasión que un día pude llegar a sentir.


martes, 3 de septiembre de 2013

Verano para recordar

Echaré de menos las eternas tardes en la piscina. El estar seca en la toalla y que alguien venga y se tumbe encima mío y me moje. El hablar con el socorrista sobre boberías. 
Echaré de menos ese "A las diez en el wifi, ¿no?" y que yo salga de casa a las diez y veinte y estén todos esperándome.
Que echaré de menos los repentes de Alba de gritar de pronto "¡Veguuiiiitaaaaa!, ¿queee taaaal?" 
Echaré de menos pegar a Marcos. 

Nuestros paseos en bici. 
Las merendolas improvisadas.
Cantar a voz en grito la estrofa de "Déjalo ya" de Barco a Venus
Subir a la panera por la noche y tumbarnos todos juntos a ver las estrellas.
Echaré de menos gritarles "¡¡Una estrella fugaz!! ¡¡Pedid un deseo que lo pido por vosotros!!"
Echaré de menos nuestros agotadores partidos de fútbol. O salir a "correr" con mis chicas.
Echaré de menos nuestras incursiones secretas nocturnas.
Hasta las sesiones fotográficas echaré de menos.
Echaré de menos el meternos con las canciones chonis de Paula.
Enseñar a los chicos a bailar pasodobles y vals. Sí, eso también lo echaré de menos. Incluso las aguadillas en la piscina. Esas también.
En resumen, los echaré de menos a ellos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Viejos lugares, nuevos sentimientos

Voy a la habitación de mis padres. Dejo mi maleta. Pienso en la cantidad de veranos que dormí ahí. Me giro y me encuentro de frente al armario. Según acerco la mano a su pomo vienen a mí los recuerdos de cuando iba allí en invierno en busca de mi pijama. Aferro el pomo de la puerta del armario y tiro. El pomo se queda en mi.mano mientras mi cerebro me recuerda que siempre estuvo roto. 'Hace demasiado que no piso por aquí' pienso. Salgo de la habitación. Cruzo el salón y el pasillo, ambos a oscuras, y entro al cuarto de baño. Apoyo las manos en el lavabo y me miro en el espejo. Pero estoy mirando sin observar. Mi mente no está allí. Mi mente está en el pasado. En los muchos momentos que había pasado allí. Instintivamente, alargo la mano hasta el vaso de los cepillos de dientes buscando a tientas el mío sin éxito alguno. Miro el vaso y me doy cuenta de que está completamente vacío. "Idiota" pienso "¿Qué va a pintar AHORA tu cepillo ahí?" Miro otra vez al espejo. Mi reflejo está ahí. Hay una chica rubia, bajita y de ojos claros con una mirada de confusión y dolor que me devuelve la mirada. Los estantes de alrededor del espejo están vacíos. Apenas un par de botes de colonia. Recuerdo el día que rompí al menos tres botes de perfumes de mi abuela de golpe. El efecto dominó y mi estado propenso a romper cosas. Salgo del baño y entro a la cocina. A mano derecha tengo dos interruptores. Como movida por mi instinto, pulso el más cercano a mí. Correcto. Las luces de la cocina se encienden con su épico parpadeo. Noto los ojos secos. Las lágrimas no tardarán en llegar. La garganta también está seca ahora. Avanzo hasta la encimera de la cocina y, levantando el brazo por encima de mi cabeza, abro el armario de la pared. Por costumbre, me pongo de puntillas para coger el vaso pero me doy cuenta de que ya no lo necesito. Sonrió. Pero no es una sonrisa de felicidad. Es una sonrisa irónica. Hace demasiado tiempo desde la última vez que hice ese gesto de coger el vaso. Lo suficiente para que note que he crecido. Demasiado tiempo repito. Con estos pensamientos en mi cabeza, me acerco a la puerta de la terraza. Recuerdo cuando cenábamos los cuatro ahí fuera: Yaya, yayo, mi hermano y yo. Cuando ellos dos todavía estaban bien. Ahora estoy en la terraza. Miro al cielo y contemplo las estrellas. Que pasase una estrella fugaz sería demasiada coincidencia, demasiado pedir. Pero, en caso de que así fuese, no tendría que pensar en mi deseo. Recuerdo el último verano que pasé con ella, esa lluvia de estrellas tan especial juntas, los helados que nos tomábamos cuando yo volvía a casa, esos paseos nocturnos. Todo era perfecto. Vuelvo a la cocina. Dejo el vaso en la mesa, no sin pensar que está más baja que hace un par de años. Salgo de la cocina. Alargo el brazo y pulso los dos interruptores que hay en la pared. Incorrecto. Podía pasarme meses y meses seguidos en esa casa que siempre cometería el mismo fallo al salir de la cocina. Me giro. La luz de la cocina se ha apagado. Miro a través de la puerta de la terraza. La luz de fuera se ha encendido. Vuelvo a mostrar mi sonrisa irónica y, pulsando de nuevo uno de los interruptores, pienso que hay cosas que ni el tiempo logra que olvidemos.

martes, 6 de agosto de 2013

Un seis de Agosto especial

Hoy hace ocho años que conocí a una de las personas que ahora cuenta como la más importante en mi vida: Andrea Arce. Podría deciros que es mi mejor amiga pero os mentiría. También podría deciros que es mi hermana pero también os mentiría. ¿Sabéis? Un sabio dijo una vez “Un amigo es un mismo alma en dos cuerpos diferentes”. Bien, pues ella es eso. Ella es esa persona que tiene la otra mitad de mi alma. Tal vez sea por eso que nos entendemos tan bien. Tal vez estaba predestinado que debíamos conocernos. ¿Quién me iba a decir a mí, ese seis de Agosto de 2005, que la niña que tenía al lado acabaría siendo indispensable para mí? Que ahora no soporto estar lejos de ella, que la necesito aquí conmigo.
Y que la nuestra es una amistad que perdurará por siempre. Puede que seamos parecidas pero también diferentes, tal vez sea cierto que los polos opuestos se atraen. En nuestra amistad ella pone el sur. yo, el norte. Yo pongo la cordura. ella, la locura. Yo soy la sensible. Ella, la fuerte. Ella hace que pasen cosas, yo pongo la sensatez. Ella es la alta. Yo, la baja. Ella es la pequeña. Yo. la mayor. Y es que es así, no hay más. No hay que buscar razones a las cosas geniales como esta. Porque puede que el nuestro no fuese un buen comienzo pero sé que tendrá un gran final.
Porque ella es la persona que me abraza cuando los demás no saben que quiero llorar, ella es la que me consuela cuando los demás no saben que me duele que se metan con mi altura, porque ella es la persona que sabe lo que me va a suceder antes de que yo pueda ni imaginarlo, porque ella es la que me da ese empujoncito que necesito para hacer cosas arriesgadas.
Y que hemos vivido demasiadas cosas juntas, tantas que es imposible recordar todas. Por esos momentos que recordamos y nos reímos a carcajadas, por los bajones juntas, por las lágrimas que han caído a la vez de un ojo marrón y otro azul, por esos bailes, por esas bromas, por esas cosas que sólo ella y yo sabemos hacer.
Porque ella es mi pequeña que como alguien la haga daño le mato, porque aunque sea fuerte sé sus debilidades, porque sin ella mi vida no tendría esa gracia, porque con ella puedo reír a carcajadas desde el momento en que la veo, porque con ella me han pasado cosas increíbles.
Porque ella en sí misma es increíble. Más de media vida juntas. Tú y yo contra el mundo, pequeñaja. Te quiero demasiado.


miércoles, 3 de julio de 2013

Que olvide lo que yo considero inolvidable

Aquí estoy, bajo estado de shock oculto en mi falsa sonrisa. Me acaban de informar que el herpes que me aparece cada año en un lado de la cara, según estudios recientes, puede estar relacionado con el Alzheimer.
Bien, no sé si alguna vez os lo habré dicho pero, desde que era pequeña, el Alzheimer ha sido una de las enfermedades que más miedo que me ha dado.
El hecho de pensar que, tal vez, dentro de unos años comience a olvidar todo lo que he vivido, que no recuerde las cosas que tanto me gusta recordar, que no consiga recordar a mi abuela, que no recuerde las tardes tan geniales con mis amigas, que no recuerde a quien llegue a ser el amor de mi vida, que tal vez no logré reconocer a mis hijos y nietos, que olvide todos esos veranos, que olvide lo que yo considero inolvidable... Todo eso es algo que me produce temor al pensarlo.

martes, 25 de junio de 2013

"Hace tiempo que mis sueños dejaron de tener sentido pero no por ello he dejado de soñar." La Chica en Llamas

lunes, 17 de junio de 2013

A veces, sólo necesitamos un abrazo para echarnos a llorar

Hoy me he dado cuenta de que tal vez no sea bueno que finja que estoy bien, que finja que no me importa cuando realidad me está matando por dentro. Que tal vez lo que necesito es sincerarme con alguien y decirle lo mucho que duele todo. Que tal vez lo que necesito es que cuando me preguntan que si estoy bien y respondo que sí,me abracen y me digan "Sé que no lo estás. ¿Qué te pasa?"
Todos hemos tenido de esos días en los que, si alguien nos diese un abrazo lo suficientemente largo, nos habríamos echado a llorar.
A veces, echarse a llorar y decir todo lo que realmente sientes es bueno. Nos ayuda a librarnos de todo lo malo que llevamos dentro.
Llora en un hombro amigo y ábrete a esa persona porque las cargas compartidas son menos difíciles de llevar. Llorar no nos hace débiles, sino que nos hace personas. Y sentir no es de idiotas, es de inteligentes. Porque, cuando sientes algo hacia alguien, te ayuda a aprender, a vivir cosas y experiencias nuevas.
Escrito por La Chica en Llamas.


martes, 11 de junio de 2013

Brindemos

Y ahora que estoy inspirada, me pongo a escribir:
Brindemos, por esos besos que no se dieron y los que no debieron darse; por las promesas hechas en silencio y por las que no se cumplieron; por las palabras bonitas y las que nos muestran la realidad de forma violenta; por los amigos verdaderos y los falsos; las relaciones cortas, las largas, las que debieron ser y no fueron, las que no debieron ser; por las noches largas; los deseos que pedimos a las estrellas fugaces tantas veces y nunca llegaron a cumplirse; los amores de verano y los amores infantiles; por las canciones que se convierten en personas; por las películas que nunca nos cansaremos de ver; por los libros que cada vez que los leemos nos gustan más; por las noches enteras hablando por Whatsapp; por las fotos que nos hacen sonreir; Por las canciones que mueren al ser pausadas a la mitad; por los sentimientos reprimidos y por los expresados. Por todo ello y mil cosas más, o simplemente por las pequeñas cosas, brindemos.
Escrito por La Chica en Llamas.
“  - ¿Qué está pasando por tu cabeza?
-          No lo sé- susurro en respuesta.
-          Entonces, es como estar besando a alguien que está borracha. Eso no cuenta.” Sinsajo

“Pero sus brazos están ahí para reconfortarme. Y finalmente sus labios.” Sinsajo.
“Así que después, cuando él susurra:
-          Tú me amas. ¿Real o no real?
Le digo:
-          Real.” Sinsajo.
“Sin embargo, el destino hace ese tipo de cosas. Une y desune a las personas a su gusto.” Buenos días, princesa.
“Que las gaviotas saben vivir lejos del mar y que las nubes lloran porque no las dejan ver el Sol” Buenos días, princesa.
“Mañana nosotros volveremos a vivir nuestra propia película” Buenos días, princesa.
“Cuando te sientas débil, piensa en mí; y cuando recuperes tus fuerzas, también piensa en mí.” Buenos días, princesa.
“Y es que no hay nada Como recordar el pasado más feliz para tomarse el presente de la mejor forma.” Buenos días, princesa.
“Quiero ser para ti, y que me quieras tanto que le duela al dolor” Buenos Días, Princesa
“ – La mejor película que haré es la que estamos rodando tú y yo ahora” Buenos Días, Princesa
“ Decía un amigo mío que las casualidades no existen. Que todo está escrito entre las nubes y las estrellas con tinta invisible. Que las personas van mezclándose en las páginas de las historias de otras personas para compartir y protagonizar un guión ya establecido” No sonrías que me enamoro.
“Si te beso y no quiero volver a besar a nadie más en mi vida, lucharé por ti hasta donde tú me dejes luchar.” No sonrías que me enamoro.
“Ven. Permíteme que pruebe tus labios, que averigüe a qué sabe tu boca” No sonrías que me enamoro.
“Sé que te he fallado. No he estado a la altura de tu amor. Lo siento. No sabes cuánto. Te necesito. Esto sólo son palabras. No es mucho. Pero multiplica todas ellas por infinito y sabrás cuánto te quiero. Mi vida no tendría sentido sin ti.” No sonrías que me enamoro.
FRASES DE TOMILLO SILVESTRE
"Pensó que la felicidad debía ser tangible, una cosa que pudiera cogerse y dejar a buen recaudo, como una caja que se cierra con su tapadera o una botella con su tapón" Tomillo Silvestre.
"Que hasta el incidente más insignificante podía tener un inmenso significado, que el afecto podía convertirse en amor y el amor (palabra trivial) en pasión" Tomillo Silvestre.
"Él había encontrado el camino que conducía hasta su corazón, había buscado un sitio en él y allí se había instalado con intención de quedarse" Tomillo Silvestre.
"- Hablas de ella, ¿verdad?
 - Es muy vulnerable.
 - Pero también es inteligente.
 - El corazón y la cabeza son dos entidades separadas.
 - ¿Razón y emoción?
 - Como quieras.
 - No quiero ataduras.
 - Pero las tienes" 
Tomillo Silvestre.
"- Si me quedo sin ellos, me quedo sin nada. No tengo nada que realmente me importe, ni nadie a quien pueda pertenecer, ni nadie que me necesite.
 - Te tienes a ti.
 - Quizá no me baste con tenerme a mí.
 - En ese caso, te subestimas." Tomillo Silvestre.
" La noche es buena ocasión para hacer una valoración de las cosas. A oscuras, con tranquilidad, la verdad se revela de una manera más evidente. Es más fácil verlo todo" Tomillo Silvestre.
 " Parece, no obstante, que los finales felices no forman parte de mi vida. No los he esperado nunca y, aunque te parezca curioso, no creo haberlos deseado nunca" Tomillo Silvestre.
"La única cosa que sigue interesándome de verdad es lo que ocurre dentro de mi cabeza" Tomillo Silvestre.
"Tal vez, en nuestra vida, tengamos todos que pasar por una gran experiencia traumática en materia de amor y él ha sido la mía" Tomillo Silvestre.
"- Lo único que quiero es estar contigo, no quiero decirte adiós. ¿Te parece bien?" Tomillo Silvestre.
"Tal vez eso de no querer decir adiós sea una manera de decir 'te quiero' " Tomillo Silvestre.
FRASES DE "EL DIARIO DE ANA FRANK"
"No me atrevo a hacer nada por miedo a que esté prohibido" Diario de Ana Frank.
"Me siento menos que nada" Diario de Ana Frank.
"Entonces me echo a reír o a llorar. Depende de mi estado ánimo" Diario de Ana Frank.
"Nuestros pensamientos cambian tan poco como nosotros mismos y forman un perpetuo carrusel" Diario de Ana Frank.
"Entonces me echo sobre un diván y me duermo para reducir el tiempo, el silencio y la horrible angustia, pues no consigo matarlos" Diario de Ana Frank.
"Me molesta depender de mi humor" Diario de Ana Frank.
"El papel es paciente" Diario de Ana Frank.
"Y precisamente porque no puedo ocultar mi cabeza bajo las sábanas, sino que, por el contrario, debo mantenerla erguida, me asaltan una y otra vez un sinfín de pensamientos".
"Siempre he sufrido y sigo sufriendo una especie de dolencia moral" Diario de Ana Frank.
"Lo que me tenía enamorada era sobre todo su risa, que le daba un aire de muchacho travieso" Diario de Ana Frank.
"Volvía a ser la niña caprichosa que se sentía sola y derramaba, una vez más, lágrimas sobre la almohada" Diario de Ana Frank.
"¿Sabrías decirme por qué las personas ocultan tan celosamente lo que pasa en su interior" Diario de Ana Frank.
"Yo no puedo variar el curso de los acontecimientos ni el mundo va a dejar de girar porque yo muera o siga viviendo" Diario de Ana Frank.
"Sé que las lágrimas me calmarían pero no soy capaz de llorar" Diario de Ana Frank.
"Si únicamente pudiera apoyar mi cabeza en su hombro para sentirme menos desesperadamente sola, menos abandonada" Diario de Ana Frank.
"Mientras exista este sol radiante, este cielo sin nubes, y yo lo sienta en mi alma, no puedo estar triste" Diario de Ana Frank.
"La noche, lo mismo que el día, es una pesadilla. Su imagen no se aparta de mi pensamiento, y no puedo ir hacia él" Diario de Ana Frank.
"Se hace querer" Diario de Ana Frank.
"Su mirada es ardiente y creo que voy a enamorarme de él. Falta muy poco" Diario de Ana Frank.
"- ¿Enamorada?- me preguntó.
- ¿Y por qué iba a estarlo?- Mi respuesta fue más bien una tontería.
- ¿Por qué no?- dijo él" Diario de Ana Frank.
"Cuanto más siento en mí una cierta gravedad, más me comporto como una loca" Diario de Ana Frank.
"Ya no necesito más adoradores o admiradores atraídos por una sonrisa de halago, sino amigos atraídos por mi carácter u mi manera de obrar" Diario de Ana Frank.
"Conflicto entre mi corazón y mi cabeza. Hasta ahora triunfa la cabeza. Pero no sé su es el corazón el que va a mostrarse más fuerte. Lo temo y lo deseo." Diario de Ana Frank.
"Lo más maravilloso es que puedo escribir todo lo que siento. Sin esto, me asfixiaría" Diario de Ana Frank.
"¿Será él el primero, el único en el mundo, que habrá visto lo que hay detrás de mi máscara de cemento? ¿No dice un viejo proverbio que el amor nace con frecuencia de la piedad y que los dos andan juntos, cogidos de la mano?" Diario de Ana Frank.
"Nos toman siempre en serio cuando decimos algo en broma, y, en cambio, se ríen cuando hablamos en serio" Diario de Ana Frank.
"Yo representaba la comedia antes de saber mi papel" Diario de Ana Frank.
"Todos vivimos sin saber por qué ni con qué objeto, y siempre buscando la felicidad; vivimos juntos y cada uno de una manera diferente" Diario de Ana Frank.
"Pues en el fondo, la juventud es más solitaria que la vejez" Diario de Ana Frank.
"Temo que se burlen de mí, que me tachen de ridícula y sentimental, que no me tomen en serio. Estoy acostumbrada a no ser tomada en serio, pero quien en realidad está acostumbrado es mi lado superficial, y poco trabajo le cuesta soportarlo. Mi otro lado, el lado que es grave y tierno podría resistirlo" Diario de Ana Frank.
"Yo sé exactamente cómo querría ser, puesto que lo soy... interiormente, pero lo sé yo sola" Diario de Ana Frank.
"Veo y siento las cosas de una manera completamente diferente de como las expreso hablando" Diario de Ana Frank.
FRASES DE "EL NOMBRE DEL VIENTO"
- "Era uno de esos días perfectos de otoño tan comunes en las historias y tan raros en el mundo real".
- “Tengo tendencia a pensar demasiado. Mis mayores éxitos fueron producto de decisiones que tome cuando dejé de pensar e hice sencillamente lo que me parecía correcto. Aunque no hubiera ninguna buena explicación para lo que había hecho”.
- “El otoño es el momento idóneo. En otoño todo está cansado y más dispuesto a morir”.
- “¿Estás enfadado porque te he mentido o porque no me has pillado mintiéndote?”
- “Las mejores mentiras sobre mí son las que yo mismo he contado”.
- “De modo que esa es la diferencia entre contar una historia y estar dentro de una historia: el miedo”.
“– Utilizarías mi mejor truco contra mí. Tomarías mi relato como rehén. 
–  Contaría la verdad. 
– Sólo la verdad podría romperme. ¿Qué hay más duro que la verdad?”
- “Ella me enseñó que no debía hacer nada en privado de lo que no quisiera que se hablara en público.”
- “Los que me necesitan no confían en mí y los que confían en mí no pueden pagarme”.
“– Dejará huella en el mundo como uno de los mejores. 
– Uno de los mejores ¿qué? 
–  Lo que él quiera”.
- “Si hay algo que no voy a tolerar es el delirio del orgullo”.
- “El poder y la estupidez juntos son peligrosos”.
-“Ambos tenían los ojos cerrados y parecían perfectamente satisfechos. Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes sentirte muy afortunado”.
- “Después de tantos años, esa imagen de mis padres meciéndose suavemente al son de la música es, para mí, la imagen del amor”.
- “Mi única compañía era un dolor sordo y agridulce”.
- “Me recordó al silencio que reina en los días más fríos del invierno, cuando duele respirar y todo está en calma.”
“- ¿Cuál es el problema? ¿Ha reivindicado sus derechos sobre mí?
- Sin embargo... Existen ciertos protocolos con relación a...
- ¿Un acuerdo de caballeros?
- Más bien honor entre ladrones.
Me miró a los ojos y dijo muy seria:
- Róbame.”
"Los humanos somos animales de costumbres"
"Generalmente, el miedo proviene de la ignorancia"
"Olía a cuero viejo, a pergamino y a secretos olvidados"
"Limpio, fácil y rápido como mentir"
"Sabemos cómo termina antes de que empiece. Por eso nos gustan las historias. Nos ofrecen la claridad y la sencillez de que carece nuestra vida real"
"Las torrenciales tormentas de verano que había en esa región, que teñían el cielo de negro y destrozaban robles de profundas raíces, le hacían sentirse incómodamente pequeño e impotente"
"Tenía entendido que aquí es donde el orgullo tiene su razón de ser"
"La cerveza embota la memoria, el aguardiente le prende fuego, pero el vino es lo mejor para un corazón dolorido"
"Existe una gran diferencia entre no tener miedo y ser valiente"
"Contar mentiras se parece a actuar y a relatar historias"
"No me cuentes cuentos chinos con la intención de tranquilizarme o impresionarme"
"No hay nada como la certeza de tu muerte para dejarte baldada"
"Es como si hasta ahora siempre hubiese tenido frío".
"Ella se enroscó ajustándose a la parte delantera de mi cuerpo con asombrosa facilidad, como si estuviera hecha para encajar en mí".
"Todos tenemos dos mentes: una despierta y una mente dormida. Nuestra mente despierta es la que piensa, habla y razona. Pero la mente dormida es más poderosa. Ella ve en lo más profundo de las cosas. Es la partde de nosotros que sueña. Lo recuerda todo. Nos proporciona intuición. Tu mente despierta no entiende la naturaleza de los hombres. Pero tu mente dormida sí. Ella sabe muchas cosas que tu mente despierta ignora".
"Todos nos convertimos en lo que fingimos ser".
"Todos nos contamos una historia sobre nosotros mismos. Continuamente. Esa historia es la que nos convierte en lo que somos. Nos construimos a nosotros mismos a partir de esa historia".
FRASES DE "¿PUEDO SOÑAR CONTIGO?"
–        Estaba deseando volver.
–        ¿Y eso? ¿No estabas bien allí?
–        Sí, muy bien. Pero echaba de menos a la persona de quien estoy enamorado.
–        ¿Tu novia?
–        Más bien… es la tuya.
“Cómo puedes ser mi amiga, si por ti daría la vida”
“Estar contigo es la mayor locura y lo más sensato que he hecho en mi vida”
“Siempre que pierdes algo y lo recuperas, lo cuidas más, lo aprecias más y haces todo lo posible por no perderlo de nuevo”.
“Un chico que quiera descubrir cómo beso o cómo abrazo. O simplemente, averiguar cómo sonrío si lograra hacerme feliz”.
“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.
“Es el talento el que decide”
–         - Todo es por mi culpa.
–        - ¿Por qué dices eso?
–       -  Porque me he enamorado de ti. Si no te quisiera tanto, ya lo habríamos dejado”.
“Quiero enamorarme locamente de ti”.
“No hay vergüenza ni reflexión”
“Sexo con más o menos amor, que no despeja dudas, pero que libera la tensión que ambos llevan soportando durante las últimas horas de su vida”.
“Es un final que se ha alargado un poco en el tiempo, pero, en definitiva, un final”
“No sé si lograré dormir y soñar de nuevo”.
“Tocar las yemas de sus dedos y buscarme dentro de sus pupilas”
“Sólo quiero huir hacia lo infinito”
–       -  ¿Y dónde metes todo eso que comes?
–        - ¿Prefieres la respuesta corta irónica o la respuesta larga técnica?
–        - Mejor no respondas.
“Aunque el destino nos ha unido muchas veces, tú lo has desafiado”.
“No entiende nada, pero al mismo tiempo lo comprende todo”.

“Sé lo que cuesta rellenar un folio en blanco por eso es que os admiro a todos los que lo conseguís”.